viernes, 14 de enero de 2022

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20220116

 

Necesitamos una nueva visión de lo que los evangelistas sinópticos denominan "las grandes hazañas" de Jesús; el evangelista Juan las llama los "signos" de Cristo, y nosotros las llamamos "milagros". Desde el siglo XVIII, los cristianos hemos concebido los milagros como violaciones de las leyes naturales. Cuando una persona se cura de una enfermedad, por ejemplo, y los médicos no logran explicar por qué, decimos que ha sido un milagro. Sin embargo, esta concepción es problemática. El que no podamos explicar un acontecimiento podría resultar de una ciencia médica que no es suficientemente desarrollada. Además, ¿por qué crearía Dios las leyes naturales, simplemente para violarlas? Lo que es peor, este concepto de milagro supone que Dios está lejos de la creación y sólo interviene en ella parar efectuar milagros. ¡Pero Dios está siempre con nosotros! Tales acontecimientos narrados en los evangelios muestran, nos dice S. S. Juan Pablo II (cf Audiencia General, 11/XI/1987), a través de los milagros, la verdad del Hijo de Dios y conducen a la fe que es principio de salvación.

 

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