sábado, 29 de enero de 2022

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20220130

Todos tenemos una vocación por parte de Dios. No se trata únicamente de la llamada a una vida cristiana, a lo que el Concilio Vaticano II denomina "la vocación universal a la santidad en la Iglesia (Lumen gentium, capítulo 5)". A pesar de la importancia inmensa de tal vocación universal, es cierto que cada uno de nosotros tiene también una vocación particular. Algunos son llamados al sacerdocio, a la vida religiosa, o al matrimonio. Otros son llamados a ser maestros, doctores, albañiles o amas de casa. Hay una gama ilimitada de vocaciones que Dios, en la riqueza de su bondad, regala a cada uno. Lo difícil es el discernimiento de nuestras vocaciones. Tal discernimiento es un proceso complejo e incluye muchos elementos, pero un elemento válido para todos es la necesidad de ser atentos a nuestro Dios sorprendente e inesperado.

 

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