Por causa del cambio climático, entre otras causas, hay muchos
en el mundo que temen la escasez de agua. La falta de acceso al agua y el temor
de la experiencia de la sed que seguiría, han llegado a ser un motivo de
tensiones internacionales. Pero cuando se habla de sed en el ambiente
cristiano, puede referirse a algo bueno. Los que tienen sed en este sentido
desean a Dios y lo buscan ansiosamente, como leemos por ejemplo en Sal 62, 1,
Mt 5, 6, y Juan 7, 37. Sin embargo, tenemos que atender a la manera de saciar
nuestra sed de Dios. No debemos pretender saciarla definitivamente en este
mundo. Ni siquiera debemos intentar beber con un trago muy grande toda el agua
que Dios nos otorga. Hay que dejarnos saciar por Cristo por medio del
peregrinaje de la vida.
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