¿Cómo explicamos y hacemos creíble nuestra fe en algo tan asombroso e inesperado como la resurrección de Jesús? Es una pregunta que ha preocupado a los cristianos a lo largo de los siglos. Las respuestas han empezado a ofrecerse en los Evangelios mismos, por ejemplo, en el relato del Tomás y sus dudas. A veces dichas respuestas han tomado la forma de una defensa áspera y casi violenta que utiliza las supuestas predicciones de un mesías resucitado en el Antiguo Testamento y las transformaciones de los discípulos, que estaban temerosos antes de la resurrección, pero atrevidos después de ella, para cambiar a los que tenían dudas. Hoy tenemos que ser más humildes, pero la tarea de hacer creíble nuestra fe sigue siendo una necesidad. A fin de cuentas, una vida auténticamente cristiana es el signo de credibilidad más conveniente.
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