Texto
bíblico Is 49, 1-5)
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos
remotos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre
pronunció mi nombre. El hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la
sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. El
me dijo: «Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré». Pero yo dije:
«En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza». Sin
embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y
ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo
sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy
valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza.
Reflexión
Nuestra sociedad necesita la voz de los profetas. Muchos que tienen esa
vocación les da miedo comprometerse. Es más cómodo no decir nada. De este
silencio deberemos responder ante el Señor que nos dio esa vocación.
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