XXVIII DOMINGO ORDINARIO Ciclo A
12 de octubre 2014
EL BANQUETE ESTÁ PREPARADO
Is 25, 6-10; Flp 4, 12-14,19-20; Mt 22, 1-14
El profeta Isaías describe con un tono más esperanzador
que el mismo evangelista san Mateo, la celebración de un banquete. Para Isaías
nadie se quedará fuera, el banquete está preparado para todos los pueblos. No
hay boleto de entrada ni traje de fiesta que se requiera para ingresar. Dios
está "echando la casa por la ventana" y el motivo es digno del
aparente derroche, vinos generosos y platillos sabrosos en abundancia. La
muerte, el llanto y toda señal de sufrimiento han sido triturados. No habrá más
lágrimas ni penas que soportar. Dios ama tanto a sus creaturas que las acogerá
en la plenitud de su vida. El tono exigente del anfitrión del banquete que nos
narra san Mateo, pone de manifiesto la resistencia de quienes se enfadan con la
bondad desmedida del Señor. En ningún rostro volverá a manifestarse la pena, ni
el sufrimiento.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 129, 3-4)
Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, Señor,
¿quién podría resistir? Pero tú, Dios de Israel, eres Dios de perdón.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos
disponga y nos acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar el
bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Monición.-
La imagen del banquete era utilizada por los sabios en el
Antiguo Testamento para describir el gozo que proporciona el festín de la
sabiduría. Al final de los tiempos, viene a decirnos hoy el profeta Isaías,
Yavé preparará para todos los pueblos un festín extraordinario, en este festín
podrán participar cuantos tengan hambre, aunque no tengan dinero.
Del libro del profeta Isaías: 25, 6-10
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este
monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete
con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el
velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las
naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas
de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así
lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de
quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que
nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". Palabra de
Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 22 R/. Habitaré en la casa del Señor toda la
vida.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas
me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el
sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú
estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis
adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días
de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Segunda Lectura
Monición.-
San Pablo agradece a la comunidad de Filipos la ayuda
económica que le han prestado cuando éste se ha encontrado necesitado. Al mismo
tiempo habla de la fuerza de Dios, que le hace capaz de vivir en cualquier
situación.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 4,
12-14. 19-20
Hermanos: Yo sé lo que es vivir en pobreza y también lo
que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a
pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a
aquel que me da fuerza. Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme
cuando me vi en dificultades.
Mi Dios, por su parte, con su infinita riqueza, remediará
con esplendidez todas las necesidades de ustedes, por medio de Cristo Jesús.
Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Cfr. Ef 1, 17-1 8) R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras
mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su
llamamiento. R/.
Evangelio
Monición.-
Hoy Mateo nos trae la parábola del banquete nupcial,
conectada con la del domingo pasado, y viene a demostrar concretamente la
conclusión de la misma. La diocidencia entre ambas parábolas se refiere a los
destinatarios; a la idea, la salvación para todos los pueblos; a los
mensajeros, los profetas y sobre todo Cristo, como figura central del plan e
historia de salvación que ambas parábolas resumen.
Del santo Evangelio según san Mateo: 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los
sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: "El Reino de los
cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo.
Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: 'Tengo
preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos;
todo está listo. Vengan a la boda'. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se
fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los
criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas,
que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: 'La boda está preparada;
pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces
de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren'. Los
criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y
buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró a
saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con
traje de fiesta y le preguntó: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de
fiesta?’. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
'Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto
y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los
escogidos". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
El Señor nos ha invitado a su banquete. Nos ha traído de
los caminos y nos ha hecho entrar en la sala de la boda. Y ahora nosotros,
antes de participar de este alimento de vida, miramos hacia el mundo entero.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la Iglesia, los hombres y mujeres de todos los
pueblos de la tierra, convocados por Dios a la vida plena de su Reino. Oremos.
Por los gobernantes y los políticos, por los responsables
de la economía, por los que tienen poder en este mundo. Oremos.
Por el pueblo judío, llamado también a participar de la
mesa preparada por Jesucristo. Oremos.
Por todos los que no tienen lo necesario para vivir.
Oremos.
Por los que nos han ayudado a crecer en la fe. Oremos.
Por los que estamos reunidos aquí para celebrar la
Eucaristía, en la mesa del amor de Dios. Oremos. Escucha, Señor, nuestra
oración, y haz que la humanidad entera pueda participar del banquete de tu
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las súplicas de tus fieles junto con estas
ofrendas que te presentamos, para que, lo que celebramos con devoción, nos
lleve a alcanzar la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 33, 11)
Los ricos se empobrecen y pasan hambre; los que buscan al
Señor, no carecen de nada.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, suplicamos a tu majestad que así como nos nutres
con el sagrado alimento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, nos hagas
participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Cuando el espíritu
humano se resiste a la trascendencia y se encajona en las expectativas del
consumo, la diversión y los pasatiempos desmedidos, está evadiendo las
preguntas fundamentales que lo inquietan. Es la prevalencia de la vieja
sentencia que encandiló a los contemporáneos de Isaías y sedujo también a los
romanos: "comamos y bebamos que mañana moriremos". El espíritu parece
achaparrarse, recluyéndose en la materialidad de lo efímero. En esa perspectiva
no encuentra lugar la preocupación por la construcción de mejores oportunidades
de vida para los excluidos; tampoco resulta desafiante promover el cambio social
o la supresión de las grandes injusticias. ¡Que cada quien se rasque con sus
uñas! El tema del banquete universal que Dios prepara para los suyos, es decir,
para toda la humanidad, lleva una carga de esperanza e inclusión que no se
puede trivializar ni enterrar. Es la esperanza cristiana que nos da identidad y
sentido.
Fuente: http://www.laverdadcatolica.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario