El poder de las palabras
«Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan
huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente»
Por el P. Dennis Doren, L.C.
Cuida tus palabras, pues ellas siempre dejarán una marca.
Con frecuencia escuchamos en la televisión, en el Facebook, en la radio, e
incluso leemos en el periódico, juicios negativos hacia personas,
instituciones, violando la intimidad e irrumpiendo de una forma casi sacrílega
la reputación de la persona. ¿Cuánto mal podemos causar? ¿Cuánto daño podemos
hacer? Por eso piensa bien en las palabras que dices, para que no te conviertas
en cómplice de matar el buen honor de los demás.
Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan
huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente.
Las palabras curan o hieren a una persona, por eso mismo,
los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el
silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se
convierten en palabras; y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino y
el destino de los demás.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado
o resentido y habla sólo cuando estés en paz.
De las palabras dependen, muchas veces, la felicidad o la
desgracia, la paz o la guerra. Una cometa se puede recoger después de echarla a
volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de
nuestra boca".
Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir
lo que hemos tardado tanto tiempo en construir. Cuántas veces una palabra fuera
de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado. Cuántas veces una
palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos paz.
Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo
edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas
provocando heridas, creando resentimientos y dolor, que en algún momento
volverán a nosotros. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la
lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un
delicado papel y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con
agrado.
Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior;
al cuidar de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior. Muchas
enfermedades son únicamente el producto de nuestros pensamientos
desequilibrados. La violencia, las mentiras, el resentimiento y tantas otras
cosas existen y conviven con nosotros en este mundo. Ante ellos tenemos que
cultivar cualidades de amor, verdad y gratitud, creando un sólido mundo
interior en donde la bondad y la verdad brillen; para luego trasmitir este
mundo interior a las personas de nuestro alrededor.
Una palabra amable: puede suavizar las cosas.
Una palabra alegre: puede iluminar el día.
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga.
Una palabra de amor: puede curar y dar felicidad.
Una palabra irresponsable: puede encender discordias.
Una palabra cruel: puede arruinar una vida.
Una palabra de resentimiento: puede causar odio Una palabra
brutal: puede herir o matar.
¡Las palabras son vivas!, bendicen o maldicen, alientan o
abaten, salvan o condenan!
“Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que
escucharemos también lo serán”.
De ti depende si las usas para bien o para mal, tanto para
ti como para los demás.
Cuida tus palabras, recuérdalo siempre, ellas tienen poder. Habla de tal manera que en tu alma y en la
de los demás quede la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario