DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
Domingo 24 de septiembre 2017
LOS MEZQUINOS NO ENTIENDEN
Así sucede en el pasaje evangélico donde el
propietario de la viña que es benévolo y generoso con los últimos; les parece
un despropósito que no utilice el reloj checador para tasar el salario. La
secuencia de la parábola no descuida ningún detalle. El propietario acordó el
salario con los jornaleros de la primera hora, por eso mismo pudo argumentar su
proceder justo al momento de la paga. Jesús nos está tratando de enseñar que la
justicia y la generosidad de Dios no están reñidas. Dios no se desentiende
jamás de los primeros, es decir, de todas aquellas personas que se han afanado
a lo largo de su vida por vivir conforme a la voluntad del Padre. El profeta
Isaías lo había intuido muy claramente muchos siglos atrás, señalando que los
caminos humanos no se asemejan a los caminos de Dios. Los humanos concebimos la
justicia en base con los méritos, las sumas y los cálculos. Dios en cambio, se
desborda en generosidad, socorriendo gustosamente a cada persona, en la medida
de su necesidad y no de sus méritos.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor.
Los escucharé cuando me llamen en cualquier tribulación, y siempre seré su
Dios.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que has hecho del amor a ti y a los
hermanos la plenitud de todo lo mandado en tu santa ley, concédenos que, cumpliendo
tus mandamientos, merezcamos llegar a la vida eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Mis pensamientos no son los pensamientos de
ustedes.
Del libro del profeta Isaías: 55, 6-9
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar,
invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el
criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro Dios,
que es rico en perdón.
Mis pensamientos no son los pensamientos de
ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor. Porque así como
aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y
mis pensamientos a sus pensamientos".
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 144, 2-3. 8-9. 17-18.
R/. Bendeciré al Señor eternamente.
Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi
boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza
incalculable. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para
enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor
se extiende a todas sus creaturas. R/.
Siempre es justo el Señor en sus designios y están
llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy
cerca está el Señor, de quien lo invoca. R/.
SEGUNDA LECTURA
Para mí, la vida es Cristo, y la muerte, una
ganancia.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses:
1, 20- 24. 27
Hermanos: Ya sea por mi vida, ya sea por mi muerte,
Cristo será glorificado en mí. Porque para mí, la vida es Cristo, y la muerte,
una ganancia. Pero si el continuar viviendo en este mundo me permite trabajar
todavía con fruto, no sabría yo qué elegir.
Me hacen fuerza ambas cosas: por una parte, el
deseo de morir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor;
y por la otra, el de permanecer en vida, porque esto es necesario para el bien
de ustedes. Por lo que a ustedes toca, lleven una vida digna del Evangelio de
Cristo.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Hechos 16, 14
R/. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos
las palabras de tu Hijo. R/.
EVANGELIO
¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?
Del santo Evangelio según san Mateo: 20, 1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta
parábola: "El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al
amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con
ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media
mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 'Vayan también
ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Salió de nuevo a medio día y
a media tarde e hizo lo mismo.
Por último, salió también al caer la tarde y
encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ¿Por qué han
estado aquí todo el día sin trabajar?'. Ellos le respondieron: 'Porque nadie
nos ha contratado'. Él les dijo: `Vayan también ustedes a mi viña'.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su
administrador: 'Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por
los últimos hasta que llegues a los primeros'. Se acercaron, pues, los que
habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron
que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al
recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: 'Esos que
llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo
que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor'.
Pero él respondió a uno de ellos: 'Amigo, yo no te
hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma,
pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti.
¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque
yo soy bueno?'. De igual manera, los últimos serán los primeros, y los
primeros, los últimos".
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas
sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestro amor y
digamos: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Por el santo Padre, el Papa Francisco, por nuestro
obispo N., y por todos los demás obispos, por los presbíteros y diáconos; para
que cuiden santamente el pueblo que tienen encomendado, roguemos al Señor.
Por los jefes de Estado y por los demás
gobernantes, por los responsables del bien común y por los que tienen en sus
manos las riquezas del mundo; para que fomenten la justicia, el bienestar, la
paz y la libertad, roguemos al Señor.
Por los que padecen hambre u otras necesidades, por
los que están enfermos o se sienten oprimidos, por los que añoran la patria o
viven lejos de sus familias y de sus hogares; para que experimenten el consuelo
y la fortaleza de Dios, roguemos al Señor.
Para que Dios nos conceda el gozo del Espíritu, y
el perdón de los pecados, la perseverancia en la fe y en las buenas obras y la
salvación eterna de nuestras almas, roguemos al Señor.
Padre justo y lleno de bondad, que das a los primeros
lo mismo que a los últimos, escucha nuestras oraciones y haz que comprendamos
que, como el cielo aventaja la tierra, así tus caminos aventajan a los nuestros
y que es un gran honor haber sido llamados, desde el amanecer, a trabajar en tu
viña. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta benignamente, Señor, los dones de tu pueblo,
para que recibamos, por este sacramento celestial, aquello mismo que el fervor
de nuestra fe nos mueve a proclamar. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Nuestra Humanidad salvada por la humanidad de
Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
poderoso y eterno. Porque reconocemos como la obra de tu poder admirable no
sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad,
sino también el haber previsto el remedio de nuestra misma naturaleza mortal, y
así con lo que fue la causa de nuestra ruina, con eso mismo nos diste la
salvación, por Cristo, Señor nuestro. Por Él, los ángeles cantan con júbilo
eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor
Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 118, 4-5
Tú promulgas tus preceptos para que se observen con
exactitud. Ojalá que mi conducta se ajuste siempre, al cumplimiento de tu
voluntad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
A quienes alimentas, Señor, con tus sacramentos,
confórtanos con tu incesante ayuda, para que en estos misterios recibamos el
fruto de la redención y la conversión de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Las experiencias de fe no son un asunto comparable
a la administración de negocios. Ni Dios es contador, ni los creyentes somos
empleados. La parábola es apenas un lenguaje simbólico para ayudarnos a
entender algo más profundo. El amor de Dios se despliega de manera misteriosa.
No conseguimos entender por qué razón algunas personas reciben tantos
beneficios aparentemente, mientras que otras, parecen olvidadas de la mano de
Dios. El bienestar económico, la calidad educativa, la protección social y la
seguridad jurídica que disfruta una parte de la humanidad, se le regatea sin
compasión a la otra. El papa Francisco no comprende que se rescaten los bancos
con sumas cuantiosas, mientras que no se realizan los esfuerzos suficientes
para rescatar a miles de migrantes que sufren y mueren no sólo en el
Mediterráneo, sino también en nuestro país. El cuidado por los últimos no es
sólo asunto de Dios, sino que debiera serlo también de aquellos que lo
confesamos como Señor. No se puede voltear la cara al dolor de los migrantes y
recitar el Padre Nuestro al día siguiente.
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