En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los
mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba
ir, y les dijo: "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen,
por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en
camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni
morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando
entren en una casa digan: 'Que la paz reine en esta casa'. Y si allí hay gente
amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se
cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el
trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier
ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos
que haya y díganles: 'Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios'".
Comentario
Jesús no solo envía a los setenta y dos discípulos, sino que lo hace en
pares, subrayando que la misión cristiana nunca es solitaria: se vive en
comunión, en diálogo, en apoyo mutuo. El gesto de enviarlos “como corderos en
medio de lobos” no es ingenuo ni dramático: es una advertencia realista y a la
vez una invitación a confiar radicalmente en Dios.
• El número 72 evoca la
universalidad: según la tradición judía, había 72 naciones en el mundo. Jesús
está diciendo que el Reino no es exclusivo, sino expansivo.
• Sin alforja ni
sandalias: es una pedagogía del desprendimiento. El misionero no se aferra a
seguridades materiales, sino que se convierte en signo viviente de confianza.
• La paz como primer
mensaje: “Paz a esta casa” no es solo una fórmula de cortesía, sino una
proclamación activa del Reino. La paz es el umbral de toda transformación.
• Curar y anunciar: no
basta con predicar; hay que tocar las heridas, aliviar el sufrimiento, encarnar
la buena noticia.
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