DOMINGO
XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
Domingo
1 de octubre 2017
UN
PLAZO SALUDABLE
Ez
18, 25-28; Flp 2, 1-11; Mt 21, 28-32
El
profeta Ezequiel entendió antes que otros profetas, la importancia de la
responsabilidad personal. Ninguna persona debe cargar con los méritos o errores
de sus antepasados. Más aún, comprendió que Dios no anda a la caza de los
pecadores, sino que es justo y misericordioso a la vez y se complace en
perdonar. La generación que padeció las consecuencias del destierro cuestionaba
la paciencia excesiva de Dios hacia sus antepasados y la inflexibilidad que
había mostrado hacia los desterrados. Para el profeta Ezequiel algo está más que
claro, Dios quiere la vida y no la muerte para sus fieles; por eso mismo,
espera pacientemente que sus hijos recapaciten. En la parábola evangélica, el
Señor Jesús nos comparte su valoración sobre el ministerio de su maestro Juan
Bautista: los dirigentes de Israel y cuantos se creían expertos en las cosas de
Dios, se resistieron a creer, mientras que los que cargaban con estigmas
sociales se dieron una oportunidad para rehacer su vida.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42
Todo
lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque hemos
pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero haz honor a tu nombre
y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
GLORIA
Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te
damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo
único, Jesucristo.
Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el
Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando
perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para
que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los
bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Cuando
el pecador se arrepiente, salva su vida.
Del
libro del profeta Ezequiel: 18, 25-28
Esto
dice el Señor: "Si ustedes dicen: 'No es justo el proceder del Señor',
escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el
proceder de ustedes el injusto?
Cuando
el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la
maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica
la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de
los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá".
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 24, 4bc-5. 6-7. 8-9.
R/.
Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Descúbrenos,
Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios
y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. R/.
Acuérdate,
Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura,
acuérdate de nosotros. R/.
Porque
el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la
senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. R/.
SEGUNDA
LECTURA
Tengan
los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
De
la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 1-11
Hermanos:
Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve
una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me
profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma
manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma.
Nada
hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada
uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio
interés, sino el del prójimo. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo
Jesús.
Cristo,
siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su
condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la
condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de
ellos, se humilló así mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una
muerte de cruz.
Por
eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre
todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo,
en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 27
R/.
Aleluya, aleluya.
Mis
ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.
EVANGELIO
El
segundo hijo se arrepintió y fue. - Los publicanos y las prostitutas se les han
adelantado en el Reino de Dios.
Del
santo Evangelio según san Mateo: 21, 28-32
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y
le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña'. Él le contestó: 'Ya voy,
señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le
respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la
voluntad del padre?". Ellos le respondieron: "El segundo".
Entonces
Jesús les dijo: "Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se
les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan,
predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y
las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se
han arrepentido ni han creído en él".
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DE FE
CREDO
NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo
en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de
Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos,
hermanos, por todos los hombres y por todas sus necesidades, para que a nadie
falte nunca la ayuda de nuestra caridad y digamos: Te rogamos, Señor. (R/. Te
rogamos, Señor.)
Para
que el Señor vivifique su Iglesia y le conceda santos y numerosos ministros que
iluminen y santifiquen a los fieles, roguemos al Señor.
Para
que Dios conceda a los gobernantes el deseo de ser justos e infunda en los
responsables de los pueblos el sentido de la unidad de la familia humana,
roguemos al Señor.
Para
que los que buscan a Dios sinceramente encuentren la verdad que desean y,
habiéndola encontrado, descansen contemplándola, roguemos al Señor.
Para
que el Señor perdone nuestras culpas, no permita que recaigamos en el pecado y
nos libre de una muerte imprevista, roguemos al Señor.
Dios
nuestro, siempre dispuesto a acoger a los publicanos y pecadores que se
convierten y se proponen actuar con justicia y con bondad, escucha las
oraciones de tu pueblo y danos un sincero espíritu de penitencia, para que,
teniendo los sentimientos propios de Cristo, podamos alcanzar la paz y el
perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Dios misericordioso, que nuestra ofrenda te sea aceptable y que por ella quede
abierta para nosotros la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PREFACIO
Nuestra
Humanidad salvada por la humanidad de Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios poderoso y eterno. Porque reconocemos
como la obra de tu poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil
naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino también el haber previsto el
remedio de nuestra misma naturaleza mortal, y así con lo que fue la causa de
nuestra ruina, con eso mismo nos diste la salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por Él, los ángeles cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces,
cantando humildemente tu alabanza
Santo,
Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna
en el cielo.
Bendito
el que viene en nombre del Señor
Hosanna
en el cielo.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 118, 49-50
Recuerda,
Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo, ella me infunde esperanza y
consuelo en mi dolor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para
que seamos coherederos en la gloria de aquel cuya muerte, al anunciarla, la
hemos compartido. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La parábola evangélica de los dos hijos exhibe
la falsa espiritualidad de quienes gustan de vivir en el mundo de las
apariencias. Quien no sabe decir no y pronuncia un "sí" de los
dientes para afuera, podrá engañar una vez, pero no más. Más temprano que tarde
quedan patentes nuestras excusas y mentiras. En la relación con Dios no
funcionan las declaraciones diplomáticas ni la falsa obediencia. Por un cierto
tiempo podemos engañar a los demás, pero es imposible engañarnos a nosotros
mismos y mucho menos engañar a Dios. El Señor Jesús no soportaba la hipocresía
ni la doble moral que practicaban muchos escribas y fariseos en Israel. Quienes
nos declaramos creyentes dispuestos a obedecer a Dios en el ámbito de las
celebraciones sacramentales, sin hacer el debido esfuerzo para cumplir lo que
prometemos, pecamos de ingenuidad. Dios nos conoce y no se entusiasma por
nuestras promesas vanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario