20180107 UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Dios Padre se
espejea en su Hijo Jesús. Efectivamente, la vida entera de Jesucristo se
encuadra como una existencia libre y generosamente dedicada a honrar al Padre,
amándolo en los hijos más pequeños y necesitados. Dios Padre ama tanto a sus
hijos, que nos envía a su Hijo. El Señor Jesús reflexiona sobre las
implicaciones de ese amor y decide amarnos como el Padre nos ama. Los
creyentes, los padres de familia y cuantos pretendemos ser educadores en la fe,
hemos de entender que no hay otra pedagogía ni otro encuadre que el de la
congruencia y la ejemplaridad. El Hijo vive como vive el Padre y nos urge a
vivir como él vivió. Saldremos de esta crisis de credibilidad y de autoridad,
cuando nos acostumbremos a vivir en sana congruencia entre el decir y el obrar.
Nos corresponde continuar la obra buena que Dios comenzó en nuestro Bautismo:
vivir como lo que somos, hijos del Padre.
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