viernes, 12 de enero de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 140118



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

Como escribiera Mandela: "Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar...". Parafraseando lo anterior, cabría decir, que nadie nace amando a Dios o combatiéndolo; nuestros padres al ejercer la función del modelaje, nos acercan o alejan de la experiencia del amor de Dios. Estamos viviendo una crisis en la educación religiosa o en la experiencia de la transmisión de la fe. Las formas que nuestros padres usaron para acercarnos a Dios han ido cambiando o desapareciendo. Se dejó de bendecir los alimentos, de rezar en familia, de vivir rodeados de símbolos religiosos cargados de sentido. Dios parece ser el gran ausente. La familia no encuentra caminos naturales para compartir la fe. Quien se decida a hacerlo tendrá que retomar único camino que verdaderamente funciona: la coherencia entre la fe profesada y las actitudes asumidas.

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