UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO
Si de antemano supiéramos qué opción política o qué proyecto económico
nos resultará exitoso, vivir y discernir sería un juego de niños. Los tramposos
apuestan y ganan con las cartas marcadas. Ese engaño resulta detestable. Quien
se arriesga y se juega la vida, no en un casino, sino asumiendo riesgos
personales como lo han venido haciendo los periodistas que han ventilado los
asuntos públicos, informándonos verazmente, están cumpliendo una verdadera
misión profética. No sabemos de dónde sacan la fortaleza y la valentía para
ejercer tan noble profesión. Los profetas no son monopolio de ninguna Iglesia.
Conviene recordar que la fuerza del Espíritu sopla donde quiere y se manifiesta
también en oficios y movimientos que no tienen la etiqueta confesional que
nosotros llevamos puesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario