SAN PEDRO SIEMPRE PRESENTE
Hech 5, 27-32. 40-41; Apoc 5,11-14; Jn 21, 1-19
La primera y la última lectura que nos presenta la liturgia dominical
nos ratifica el papel preponderante que ejerció el pescador de Betsaida,
llamado Simón y rebautizado por Jesús con el nombre de Cefás, es decir, piedra,
o Pedro. El narrador nos permite reconocerlo en sus diferentes perfiles, el
pescador animoso y entusiasta que lanza y recoge la red repleta de peces; el
discípulo apenado por el triple cuestionamiento del Maestro y la consiguiente
advertencia sobre los sufrimientos que le sobrevendrían en su vejez. San Lucas
nos presenta a un apóstol firme y enérgico que se planta con toda su fuerza y
personalidad ante el Consejo de Israel, defendiendo su libertad de creer y de
expresar abiertamente su adhesión a Jesucristo muerto y resucitado. La fuerza
del Espíritu Santo fortificó a Pedro y lo convirtió en testigo del Salvador. La
enseñanza es clara: en adelante hay que obedecen Dios antes que a los hombres.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 1-2
Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su nombre, denle
gracias y alábenlo. Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y
rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber recobrado la dignidad de su
adopción filial, aguarde seguro su gozosa esperanza el día de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo.
Del libro de los Hechos de los apóstoles: 5, 27-32.40-41
En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los apóstoles y les
dijo: "Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo,
ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos
responsables de la sangre de ese hombre".
Pedro y los otros apóstoles replicaron: "Primero hay que obedecer
a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y
lo ha hecho Jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el
perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el
Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen".
Los miembros del sanedrín mandaron azotar a los apóstoles, les prohibieron
hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se retiraron del sanedrín,
felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús. Palabra de
Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 29,2.4. 5-6. 11-12a. 13b
R/. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos.
Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira
dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la
tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi
duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/.
SEGUNDA LECTURA
Digno es el Cordero, que fue inmolada de recibir el poder y la riqueza.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 5,11-14
Yo, Juan, tuve una visión, en la cual oí alrededor del trono de los
vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de ángeles, que
cantaban con voz potente: "Digno es el Cordero, que fue inmolado, de
recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y
la alabanza".
Oí a todas las creaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo de
la tierra y en el mar —todo cuanto existe—, que decían: "Al que está
sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos".
Y los cuatro vivientes respondían: "Amén". Los veinticuatro
ancianos se postraron en tierra y adoraron al que vive por los siglos de los
siglos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció de todos los
hombres. R/.
EVANGELIO
Jesús tomó el pan y el pescado y se los dio a los discípulos.
Jn 21, 1-19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al
lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro,
Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Cana de Galilea), los hijos de
Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy apestar".
Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y
se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los
discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿pan pescado
algo?". Ellos contestaron: "No". Entonces él les dijo:
"Echen la red ala derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo
hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el
Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a
la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros
discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no
distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra vieron unas brasas y sobre ellas un
pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban
de pescar".
Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la
red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres y a pesar de que
eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a
almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién
eres?, porque ya sabían que era el Señor.
Jesús se acercó tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Ésta fue
la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de
entre los muertos.
Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo
de Juan, ¿me amas más que éstos?". Él le contestó: "Sí, Señor, tú
sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?".
Elle respondió: "Si, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo:
"Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me
quieres?". Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por
tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien
sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a
donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y
te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué
género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo:
"Sígueme".
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FÉ
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Invoquemos, amados hermanos, a Cristo, triunfador del pecado y de la
muerte, que siempre intercede por nosotros diciendo: Te rogamos, Señor. R/. Te
rogamos, Señor.
Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia sí el corazón de los fieles y
fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba,
donde él está sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor.
Para que Cristo, amo supremo de la creación, haga que todos los pueblos
gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos,
roguemos al Señor.
Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda
enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el
hambre, las guerras y todos los males, roguemos al Señor.
Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra parroquia
(comunidad), y conceda la paz, la alegría y el descanso den las fatigas a los
que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo, roguemos al Señor.
Acrecienta, en nosotros, Padre misericordioso, la luz de la fe, para
que en los signos sacramentales, sepamos reconocer siempre a tu Hijo, que se
manifiesta constantemente a nosotros, sus discípulos, y haz que, llenos del
Espíritu Santo, proclamemos con valentía ante los hombres que Cristo es el
Señor. Él, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y
puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la
felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
PREFACIO III DE PASCUA
Cristo vive por siempre e intercede por nosotros
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo,
nuestra Pascua, fue inmolado. Porque no deja de ofrecerse por nosotros y nos
defiende ante ti con perenne intercesión el que, inmolado en la cruz, ya no
muere, porque, sacrificado, vive para siempre. Por eso, con esta efusión del
gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 24, 35
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has
dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a
la gloria incorruptible dela resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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