En cada época la Iglesia va enfrentando desafíos especiales.
Con mayor rapidez se suceden los cambios en nuestra sociedad, de ahí que sea
urgente mantenernos atentos para descifrar los acontecimientos significativos y
frecuentes, que conmocionan y suscitan esperanza en la humanidad. La lectura de
los signos de los tiempos es un camino para discernir la voluntad de Dios. Los
cristianos de mediados del siglo I tuvieron que estar atentos a la búsqueda de
salvación presente en hombres y mujeres de las grandes ciudades del
Mediterráneo y responder con la misma actitud que Jesús atendió a las personas
de su tiempo. En el Concilio de Jerusalén la Iglesia no traía consigo un
recetario ni un manual para enfrentar las situaciones emergentes. El camino de
la oración, la escucha y el diálogo se convirtió en el modelo para atender los
nuevos retos pastorales. La Iglesia actual enfrenta sus propios dilemas y
tendrá que proceder en conformidad con ese modelo.
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