sábado, 4 de mayo de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190505



Un par de fracasos asocian las lecturas con san Pedro. Una mala noche de pesca era apenas un pequeño descalabro. El experimentado pescador parecía haber perdido el olfato y la destreza acumulada durante años. Un fracaso mayor fue sin duda haberse desentendido y renegado de su Maestro la víspera de su muerte en cruz. Estos fracasos no mantuvieron a Pedro en la desolación. Debió ser un hombre resiliente, como dicen ahora. La experiencia de su cobardía y su torpeza no lo quebrantó para siempre. Se acogió a la esperanza, se tragó su vergüenza y confesó su voluntad de amar y servir a Jesús. Un apóstol valiente, curtido por la fuerza del Espíritu Santo y por la confianza en la fidelidad del Padre que resucitó a su Hijo, pudo cumplir el encargo del Señor pastorear con valerosa firmeza a la comunidad de los discípulos. Esta historia de vida nos permitirá renovar nuestra esperanza y levantarnos de nuestras pequeñas o grandes caídas.


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