No hay necesidad de tomar el pasaje del Evangelio al pie de la
letra. Nadie gusta de hacer fiestas con desconocidos ni con extraños. Las
comidas festivas sirven para compartir nuestra alegría con amigos y familiares.
Jesús no estaba enseñándonos a administrar el ocio. Tampoco pretendía reformar
las convenciones sociales. Su interés era mucho más profundo. Revisar a fondo
los propósitos y valores de las relaciones humanas. En lugar del interés y el
cálculo de "te doy para que me des", pretendía animarnos a vivir la
confianza y la gratuidad. No quería fomentar relaciones de dependencia entre
patrono y cliente, como se acostumbraba en la sociedad romana. Su intención era
animarnos a vivir con los criterios del Padre bondadoso que cuida gustosamente
de los pequeños y los atiende sin buscar ningún beneficio. En medio de tantas
situaciones sociales adversas, podemos encontrar alguna que nos permita vivir
la gratuidad de acuerdo con nuestras posibilidades.
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