sábado, 10 de agosto de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190811





El aprendizaje de la vida dichosa nunca termina. Jóvenes y adultos mayores conocemos inquietudes y angustias. La existencia tranquila, que no conformista ni irresponsable, nace de la convicción de estar en manos del Padre amoroso, que vela siempre por sus hijos. Aprender a vivir en un clima de sencillez y modestia favorece el sostenimiento de las oportunidades de vida digna para las futuras generaciones. La pretensión de la sociedad de consumo consiste en empujarnos a vivir "en la cultura del descarte". Quien consume de forma desmedida, hipoteca su vida de manera insensata. No es con los muchos bienes que vivimos más felices. Un trabajo digno, satisfactorio y bien remunerado para todos, es algo conforme al mensaje evangélico. El dispendio y el derroche terminan aprisionando el corazón humano y volviéndolo esclavo de objetos y servicios que nos quitan vida y libertad. Para ser libres nos liberó Cristo Jesús. No permitamos que la ambición y el gusto por el reconocimiento social nos encadenen.

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