sábado, 13 de junio de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20200614


Las estadísticas deberían asustamos, pero ya ni siquiera ese efecto se materializa en nuestra sociedad. ¡Diez mujeres asesinadas diariamente en nuestro país! Ejecuciones por decenas. Parecemos un pueblo obsesionado con la muerte, la sangre y el sacrificio. No tiene sentido recurrir a la violencia en ninguna de sus formas para resolver nuestros conflictos. El Dios de la vida se entrega sin condiciones en la persona de Jesucristo, que vive para atender a las ovejas desvalidas. Con esa entrega nos señala el rumbo por dónde tenemos que caminar. La protección, el cuidado, la defensa de la vida en todas sus formas es una exigencia fundamental, que conviene asimilar como un gesto del verdadero discípulo de Jesús. El Evangelio nos presenta al Señor Jesús sensible al desamparo de las personas. No hay mayor debilidad que las amenazas que se materializan y arrancan la vida a tantas víctimas inocentes.


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