sábado, 22 de agosto de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20200823


Cuando padecemos estilos autocráticos y unipersonales de ejercer el poder necesitamos volver la mirada a este relato evangélico. Los discípulos de Jesús no podemos rendir culto ciego a quienes se ostentan como intérpretes iluminados y exclusivos de un camino único. Ni en los asuntos públicos ni en las cuestiones eclesiales caben las posturas impregnadas de superioridad moral. La corresponsabilidad, la comunión, el espíritu democrático son valores que no pueden quedar subordinados a ningún proyecto político o espiritual por más valioso que parezca. Estos excesos resultan insoportables y nuestra cultura ya no tolera la concentración de poder en manos de una persona. Los abusos de autoridad son contrarios al espíritu del Evangelio. El apóstol Pedro y cuantos ejercen un ministerio de dirección en la Iglesia, no recibieron un premio, ni un privilegio, sino una vocación para servir a los hermanos con la transparencia y sencillez que Jesús sirvió a los suyos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario