Suyo es el
tiempo y la eternidad.
A él la
gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
EL AÑO LITÚRGICO Y EL CALENDARIO
El curso del año
1. La santa Iglesia celebra la memoria sagrada de
la obra de la salvación realizada por Cristo en días determinados durante el
curso del año.
En cada semana, el domingo —por eso es llamado «día
del Señor»— hace memoria de la Resurrección del Señor, que, una vez al año, en
la gran solemnidad de la Pascua, es celebrada juntamente con su Santa Pasión.
Durante el curso del año, la Iglesia conmemora todo
el misterio de Cristo, desde la Encarnación hasta el día de Pentecostés y la
expectación de la venida del Señor; y conmemora los días natalicios de los santos
(NUALC, 1).
Conmemorando así los misterios de la Redención,
abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal
manera que, en cierto modo, se hacen presentes en todo tiempo para ponerse en contacto
con ellos y llenarse de la Gracia de la Salvación (SC, 102).
En los diversos tiempos del año litúrgico, según
las prácticas tradicionales, la Iglesia va instruyendo a los fieles por medio
de ejercicios piadosos del alma y del cuerpo, de la enseñanza, de la oración y
delas obras de penitencia y misericordia. La celebración del año litúrgico
posee una peculiar eficacia sacramental, ya que Cristo mismo es el que en sus
misterios, o en las memorias de los santos, especialmente de su Madre, continúa
la obra de su inmensa misericordia, de tal modo que los cristianos no solo
conmemoran y meditan los misterios de la Redención, sino que están en contacto
y comunión con ellos, y por ellos tienen vida (CO, 231).
El día litúrgico en general
2. Cada día es santificado por las celebraciones
litúrgicas del pueblo de Dios, principalmente por el sacrificio eucarístico y
por el Oficio Divino.
El día litúrgico comienza a medianoche y se
extiende hasta la media noche siguiente. Pero la celebración del domingo y las
solemnidades comienzan ya en la tarde del día precedente (NUALC,3).
Además de las celebraciones litúrgicas de las que
se compone el año litúrgico, existen en muchas regiones costumbres populares y
ejercicios piadosos. Entre ellos apréciense seriamente los que contribuyan a
favorecer la piedad, la devoción y la comprensión de los misterios de Cristo, y
cuídese que «vayan de acuerdo con la sagrada Liturgia, en cierto modo se
deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que la Liturgia, por su
naturaleza, está muy por encima de ellos» (SC,13; CO, 233).
El domingo
3. En el primer día de cada semana, llamado día del
Señor o domingo, la Iglesia, según una tradición apostólica que tiene sus
orígenes en el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el Misterio
pascual. Así pues, el domingo ha de ser considerado como el día festivo
primordial (NUALC, 4).
4. Puesto que el día del Señor es el núcleo y el
fundamento del año litúrgico por medio del cual la Iglesia despliega todo el
misterio de Cristo, el domingo solamente cede su celebración a las solemnidades
y a las fiestas del Señor; pero los domingos de Adviento, de Cuaresma y de
Pascua tienen precedencia sobre todas las fiestas del Señor y sobre todas las
solemnidades. Las solemnidades que coincidan en estos domingos han de
celebrarse el lunes siguiente (v. gr. Inmaculada Concepción, San José y
Anunciación del Señor), sin embargo, la obligación del precepto, si la hubiera,
no se traslada. Cuídese que el domingo se presente e inculque a la piedad de
los fieles como el día festivo primordial, de tal manera que también sea día de
alegría y de liberación del trabajo (cf. SC, 106).
Las solemnidades, las fiestas y las memorias
5. Al celebrar el misterio de Cristo durante el
curso del año, la Iglesia venera también con amor particular a santa María,
Madre de Dios, y propone a la piedad de los fieles las memorias de los mártires
y de otros santos (NUALC, 8).
6. Los santos que tienen un relieve universal se
celebran obligatoria mente en toda la Iglesia; los otros o son inscritos en el
calendario para que puedan ser celebrados libremente, o se dejan para el culto particular
de cada Iglesia, o nación o familia religiosa (NUALC, 9).
7. Las celebraciones, según la importancia que
tienen, han de distinguir se entre sí y denominarse de la siguiente manera:
solemnidad, fiesta, memoria (NUALC, 10).
8. Las solemnidades son los días principales y su
celebración comienza con las primeras Vísperas, el día precedente. Algunas
solemnidades (Navidad, Epifanía del Señor, Ascensión del Señor, Pentecostés,
San Juan Bautista, Santos Pedro y Pablo, Asunción de la Virgen) tienen también una
misa propia para la vigilia, que ha de emplearse en la tarde del día precedente,
si la misa se celebra en horas vespertinas (NUALC, 11).
9. La celebración de las principales solemnidades
de Pascua y Navidad se extiende durante ocho días seguidos. Cada Octava se rige
con leyes propias (NUALC, 12).
10. Las fiestas se celebran dentro de los límites
del día natural, por tanto no tienen primeras Vísperas, a no ser que se trate
de fiestas del Señor que coincidan en un domingo ordinario o del tiempo de
Navidad y sustituyan el Oficio de estos (NUALC, 13).
11. Las memorias son obligatorias o libres; su
celebración se ordena con la celebración de la feria coincidente según las
normas que se exponen en las Ordenaciones generales del Misal Romano y de la
Liturgia de las Horas. Las memorias obligatorias que caigan en los días de
Cuaresma pueden ser celebradas solamente como memorias libres. Cuando en un mismo
día el calendario propone varias memorias libres, solamente se puede celebrar
una, omitiendo las demás (NUALC, 14).
12. En los sábados del tiempo ordinario en los que
no coincide una memoria obligatoria, puede hacerse memoria libre de Santa María
Virgen (NUALC, 15).
Las ferias
13. Reciben el nombre de ferias los días de la
semana que siguen al domingo; su celebración tiene reglas distintas según su
importancia (NUALC, 16).
Fuente
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia
Consulta 28 de Noviembre 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario