Dar de comer al desnudo, vestir al hambriento, acoger al extranjero aparece una y otra vez en este discurso final del Evangelio de San Mateo. La compasión y la empatía eficaz con los que sufren es el hilo conductor de la espiritualidad cristiana. No se trata de equiparar al camino cristiano con alguna ONG o con las instituciones filantrópicas de carácter laico. La fuente de esta vivencia radica en la experiencia de sabemos amados incondicionalmente por el Padre bueno. Cuando se vive en clave de memoria, se vive agradecidamente, devolviendo esos gestos de compasión y caridad a los miles de rostros de Jesucristo que encontramos a diario. Los excluidos, los desechables, los "outsiders" de la globalización se multiplican de manera incesante. No podemos desentendernos. De nada servirán las racionalizaciones ni excusas.
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