sábado, 14 de noviembre de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20201115

 

Podemos tomar esta parábola (de los talentos) como un espejo o como una ventana. En el primer caso habremos de descubrirnos en la trama del relato, reconociéndonos en alguno de los personajes. Dos personajes emprendedores y responsables que hicieron crecer y fructificar los dones que Dios les concedió. Un hombre pichicato que aprendió a racionalizar y justificar su pereza. Amargura y fracaso de un lado, satisfacción y plenitud del otro. Quien haya oportunamente sabido reconocer sus habilidades sabrá deletrear los llamados que Dios le dirige a través de las carencias de sus hermanos. En el momento oportuno tenemos que responder a las urgencias del prójimo. Los dones que Dios nos regaló no son privilegios para agrandar nuestro ego, sino instrumentos útiles para mejorar nuestra vida y la de nuestros hermanos.

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