EL FIN DESCONOCIDO
Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7; 1 Cor 1,3-9; Mc 13,33-37
Un deseo y una advertencia. En el libro de Isaías encontramos una
súplica que el pueblo dirige al Señor, pidiéndole que se manifieste rasgando
los cielos y dando pruebas de su presencia salvadora. Los israelitas que sufren
los embates del destierro apelan a la fidelidad de Dios a quien juzgan su único
Padre y aliado. No encuentran otra salida a sus desgracias que el auxilio
divino. En el Evangelio de san Marcos, la invitación reiterada es a estar en
vela ante la incertidumbre relativa a la llegada del día del Señor. No se trata
de angustiarse ni dejarse amedrentar por el miedo al castigo. El Señor Jesús no
viene como un inquisidor decidido a fiscalizar nuestros fallos. Quien haya
vivido haciendo el bien, no tendrá de que preocuparse. Los servidores vigilantes
que cumplen su voluntad esperan confiadamente su venida.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo
defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no
quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro
de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas
obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por
nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Ojalá, Señor, rasgaras los cielos y bajaras.
Del libro del profeta Isaías: 63, 16-17.19; 64,2-7
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor; ése es tu nombre
desde siempre. ¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos
y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por
amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos
y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se
oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas
en favor de los que esperan en él. Tú sales al encuentro del que practica
alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos.
Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes.
Todos éramos impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso; todos
estábamos marchitos, como las hojas, y nuestras culpas nos arrebataban, como el
viento.
Nadie invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en ti,
porque nos ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas. Sin
embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el
alfarero; todos somos hechura de tus manos. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 79, 2ac y 3b.
R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Escúchanos, pastor de Israel; tú, que estás rodeado de querubines,
manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y vi sí
tala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste.
R/.
Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.
Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.
SEGUNDA LECTURA
Esperamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1,3-9
Hermanos: Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre,
y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha
concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido
con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque
el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado,
que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de
nuestro Señor Jesucristo.
Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su
advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y
Dios es fiel. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.
EVANGELIO
Velen, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa.
Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén
preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que
se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y
encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a
qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche,
al canto del gallo o a la madrugada.
No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que
les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta". Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle confiadamente que despierte su
poder y venga a salvarnos. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (R/. Ven
Señor Jesús.)
Para que los fieles despierten del sueño de sus indolencias y reciban
con alegría la salvación que se acerca, roguemos al Señor.
Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación
se transformen en instrumento de progreso y bienestar para todos los hombres,
roguemos al Señor.
Para que el Señor, con su venida, alivie los dolores de los enfermos,
dé paz y alegría a los que sufren en su espíritu y libre al mundo de sus males,
roguemos al Señor.
Para que nosotros mismos vivamos siempre alerta sin que las
preocupaciones de la vida nos impidan mantenernos en pie cuando llegue el Hijo
del hombre, roguemos al Señor.
Señor Dios, Padre y Redentor nuestro, que nunca olvidas la obra de tus
manos, escucha las plegarias de tu pueblo y no permitas que nos desviemos de tu
camino, sino que, como siervos responsables, vivamos siempre en vela,
aguardando el día de la venida de tu Hijo Jesucristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos
bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para
aumento de nuestra fe, se convierta para nosotros en prenda de tu redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera en la
humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y
nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la
majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir
los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por
eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de su gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13
El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su
fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos
participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas
pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a
poner nuestro corazón en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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