viernes, 10 de febrero de 2023

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230212

 


«Por esto que dice: Hasta que no pasen el cielo y la tierra, manifiesta que éstos, a pesar de su grandeza -como nosotros creemos-, habrán de desaparecer. O llama pequeños los sucesos de la pasión y muerte del Señor, la que si alguno no confiesa -considerándola vergonzosa será pequeño -esto es, el último y casi nulo-, pero al que la confiesa se le promete la gloria de una gran vocación en el cielo. De donde sigue: El que hiciere, pues, y enseñare, se llamará grande en el Reino de los Cielos. Con tan magnífico exordio empezó a plenificar la obra de la ley antigua y a anunciar a sus Apóstoles que no les será posible la entrada en el Reino de los Cielos si no aventajan a los fariseos en justicia. Esto es lo que manifiesta cuando dice: Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor... O bien el que trata como vacío al que está lleno del Espíritu Santo, se hace reo ante el concilio de los santos, como si hubiere de pagar la ofensa hecha al Espíritu Santo, con la reprensión de jueces santos. Una vez obtenida la paz humana manda volver a la divina, para pasar de la caridad de los hombres a la de Dios, y por ello sigue: Y entonces ven a ofrecer tu ofrenda. El Señor quiere que no pasemos ningún tiempo sin acudir a él, con la intención de perdonar. Por ello nos mandó reconciliamos con nuestro enemigo en el camino de la vida, no sea que al tiempo de la muerte nos vayamos sin terminar la paz comenzada. Por ello dice: Ponte de acuerdo con tu adversario mientras vas con él en el camino, no sea que tu contrario te entregue al juez. O bien vuestro adversario os entregará al juez, porque vuestra ira, que permanece sobre él, es la prueba de vuestra enemistad» (San Hilario de Poitiers (c.315-368). Evangelio de san Mateo,4).


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