Frecuentemente concebimos la libertad humana bajo la
influencia del capitalismo. En este sistema económico, el comportamiento de los
consumadores es entendido como el ejemplo primordial de la libertad, que se
concibe como si fuera la capacidad neutra de escoger entre varias opciones
igualmente aceptables, por ejemplo, entre diferentes marcas de café
instantáneo. Pero ésta es una denigración de uno de los dones más grandes de
Dios. Para la fe cristiana, la libertad no es una capacidad neutra, es más bien
nuestra atracción hacia Dios, el Bien supremo, y nuestro rechazo del mal. Se
ejerce cuando, con la fuerza del Espíritu y otros auxilios divinos, se escoge
el bien. En contraste, la libertad no se ejerce, sino que se deforma cuando
elegimos el mal. En vez de igualarse al frío comportamiento de consumadores, la
libertad humana es más bien una forma de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario