«La misma creación natural es,
para cada cristiano, verdadero adoctrinamiento que lo lleva a la adoración de
Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay manifiestan la
bondad y la omnipotencia de su Autor, y la admirable belleza de todos los
elementos que le sirven está pidiendo a la creatura inteligente una acción de
gracias. Pero cuando se avecinan estos días, consagrados más especialmente a
los misterios de la redención de la humanidad, estos días que preceden a la
fiesta pascual, se nos exige, con más urgencia, una preparación y una
purificación del espíritu. Porque es propio de la festividad pascual que toda
la Iglesia goce del perdón de los pecados, no sólo quienes nacen en el sagrado
bautismo, sino también los que, desde hace tiempo, se cuentan ya en el número
de los hijos adoptivos. Pues bien, si los hombres nacen a la vida nueva
principalmente por el bautismo, como a todos nos es necesario renovamos cada
día de las manchas de nuestra condición pecadora, y no hay nadie que no tenga
que ser cada vez mejor en la escala de la perfección debemos esforzamos para
que nadie se encuentre bajo el efecto de los viejos vicios el día de la
redención. Por ello, en estos días, hay que poner especial cuidado y devoción
en cumplir aquellas cosas que los cristianos deben realizar en todo tiempo; así
viviremos, en santos ayunos, esta Cuaresma de institución apostólica, y
precisamente no sólo por el uso menguado de los alimentos, sino sobre todo
ayunando de nuestros vicios. Y no hay cosa más útil que unir los ayunos santos
y razonables con la limosna, que, bajo la única denominación de misericordia,
contiene muchas y laudables acciones de piedad» (San León Magno [e. 390 -
461]45° Papa de la Iglesia. Sermón 6 sobre la Cuaresma, 1-2).
No hay comentarios:
Publicar un comentario