«Yo le pediré al Padre que os dé
otro Defensor. Son palabras de despedida. Y como todavía no lo conocían bien,
era muy probable que ellos habrían de buscar ansiosamente la compañía del
Ausente, sus palabras, su presencia física, y que no habrían de aceptar, una
vez que él se hubiera marchado, ningún tipo de consuelo. Y ¿qué es lo que dice?
Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor, esto es, otro como yo. Después
de haberos purificado con su sacrificio, entonces sobrevoló el Espíritu Santo.
¿Por qué no vino cuando Jesús estaba con ellos? Porque todavía no se había
ofrecido el sacrificio. Pero una vez que fue borrado el pecado y ellos,
enviados a los peligros, se disponían para la lucha, era necesario el envío del
Consolador. y ¿por qué el Espíritu no vino inmediatamente después de la
resurrección? Pues para que, enardecidos por un deseo más vehemente, lo
recibieran con mayor fruto. En efecto, mientras Cristo estaba con ellos, no
conocían la aflicción; pero cuando se fue, al quedarse solos y sobrecogidos de
temor, habrían de recibir/o con mayor anhelo. Que esté siempre con vosotros, es
decir, no los abandonará ni siquiera después de la muerte. Y para que al oír hablar
del Defensor, no pensaran en una nueva encarnación y abrigaran la esperanza de
ver/o con sus propios ojos, a fin de alejar semejante sospecha, dice: El mundo
no puede recibir/o porque no lo ve. Porque no vivirá con vosotros como yo, sino
que habitará en vuestras almas, pues eso es lo que quiere decir que esté con
vosotros. Lo llama Espíritu de la verdad, connotando así las figuras de la
antigua ley. Para que esté con vosotros. ¿Qué significa esté con vosotros? Lo mismo que había dicho de sí mismo: Yo estoy
con vosotros» (San Juan Crisóstomo [347· 407]. Evangelio de Juan. Homilía 75,
1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario