sábado, 10 de junio de 2023

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230611

 


 


«¿Cómo es que, dicen, vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? [Oh fuertes, que no tenéis necesidad de médico! Esta vuestra fortaleza no es síntoma de salud, sino de locura.  ¡Dios nos libre de imitar a estos fuertes! Pues es de temer que a alguien se le ocurra imitarlos. En cambio, el doctor de humildad, partícipe de nuestra debilidad, que nos hizo partícipes de su divinidad, y que bajó del cielo para esto: para mostramos el camino y hacerse él mismo camino, se dignó recomendamos muy particularmente su propia humildad. Por eso no desdeñó ser bautizado por el siervo, para enseñamos a confesar nuestros pecados, a aceptar nuestra debilidad para llegar a ser fuertes, prefiriendo hacer nuestras las palabras del Apóstol, que afirma: Cuando soy débil, entonces soy fuerte. Por el contrario, los que pretendieron ser fuertes, esto es, los que presumieron de su virtud teniéndose por justos, tropezaron con el obstáculo de esa Piedra: confundieron el Cordero con un cabrito, y como lo mataron como cabrito no merecieron ser redimidos por el Cordero. Estos son los mismos fuertes que arremetieron contra Cristo, alardeando de su propia justicia. Escuchad a estos fuertes: cuando algunos de Jerusalén, enviados por ellos a prender a Cristo, no se atrevieron a ponerle la mano encima, les dijeron: ¿Por qué no lo habéis traído? Respondieron: Jamás ha hablado nadie así. Y aquellos fuertes replicaron: ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Sólo esa gente que no entiende de la ley» (San Agustín [354-43]). Comentario al Salmo 58, 1-7).

No hay comentarios:

Publicar un comentario