viernes, 14 de febrero de 2025

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C Domingo 16 de febrero 2025

 



 

Un camino «nuevo» y «retador» …
 
La palabra bíblica de este domingo nos muestra el mejor camino para la dicha, para la conquista de esa felicidad que todo hombre busca infatigablemente… Esta ruta, que no es la habitual, sigue el itinerario de las «Bienaventuranzas», hoy proclamadas no según la versión de san Mateo sino de san Lucas. Esta versión –más breve, más esencial e inmediatamente seguida de unas desconcertantes «Malaventuranzas»– contrasta con las bendiciones precedentes. Combinando las bendiciones y las maldiciones, al final de cuentas, se mencionan ocho categorías de personas, emparejadas de dos en dos: los pobres que suspiran por la liberación y los ricos que ya tienen su consuelo, los que pasan hambre y los que están hartos, los que lloran y los que ríen, los que son perseguidos y los aplaudidos por todos.
 
Antes de Cristo, nadie había hecho semejantes afirmaciones. Tan paradójicas son las Bienaventuranzas que solamente las entiende quien las vive y las practica, como hizo Jesús. Cristo mismo –su persona, su vida y su conducta– constituye su mejor clave de interpretación: una clave de lectura universalmente válida, para todo tiempo y lugar… Las Bienaventuranzas son un resumen del Evangelio, la «Carta Magna», el programa de vida y el cuestionario del examen ineludible que, finalmente, todos hemos de tratar de aprobar exitosamente… Debido a su radical novedad hay quienes las acusan de «utopía»: un mero ideal espiritualista, sublime pero inalcanzable.
 
Y, sin embargo, Jesús las pronunció consciente de su significado. Él las propuso y las sigue proponiendo a todo aquel que quiera recorrer su mismo camino, porque son las actitudes básicas para ser su discípulo, para asimilar el «espíritu» del Reino de Dios y para alcanzar la felicidad en plenitud.
 
Esta misma y desconcertante inversión de valores será evocada con gallardía y bíblica esperanza en el famoso «Cántico» de María, la Madre del Señor, al visitar a su prima Isabel: “la predilección del Señor por el pobre y por lo pobre” … 
 
Esta actitud se ve hoy reflejada igualmente en la primera lectura–tomada del profeta Jeremías y a la que hace eco el salmo responsorial– que contrapone dos clases de personas: el que confía totalmente en Dios y el que se fía solamente de los hombres, apartando su corazón del Señor.   El primero es árbol fecundo, plantado junto al río y el segundo un pobre cardo árido, perdido en la estepa.
 
 
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 30, 3-4
 
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras. Tú eres mi baluarte y mi refugio, por tu nombre condúceme y guíame.
 
 
Gloria
 
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
 
 
ORACIÓN COLECTA
 
Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
 
 
PRIMERA LECTURA
 
[Maldito el que confía en el hombre. Bendito el que confía en el Señor]
 
Del libro del profeta Jeremías 17, 5-8
 
Esto dice el Señor: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.
 
Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”. Palabra de Dios.
 
 
SALMO RESPONSORIAL del salmo 1
 
R/.  Dichoso el hombre que confía en el Señor. 
 
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos. R/.
 
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito. R/.
 
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
[Si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes.]
 
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15, 12. 16-20
 
Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por tanto, aún viven ustedes en pecado, y los que murieron en Cristo, perecieron. Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres. Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Palabra de Dios.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 6, 23
 
R/.  Aleluya, aleluya.
 
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo, dice el Señor.   R/.  Aleluya.
 
 
EVANGELIO
 
[Dichosos los pobres. - ¡Ay de ustedes los ricos!]
 
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26
 
En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón.
 
Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
 
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.
 
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
 
Pero ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!” Palabra del Señor.   
 
 
PROGESIÓN DE FE
 
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
 
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
 
 
ORACIÓN DE LOS FIELES:
 
Imploremos al Dios de misericordia y pidámosle su ayuda para poder invocar su nombre con sentimientos que le agraden:
 
Por la paz de todo el mundo, por la prosperidad de las santas Iglesias y por la unión de todos los hombres, roguemos al Señor. 
 
Por nuestros gobernantes, para que bajo su dirección tengamos una vida feliz y pacífica, roguemos al Señor. 
 
Por la conservación de la naturaleza, por la abundancia de las cosechas y por el progreso del mundo, roguemos al Señor. 
 
Por nuestros familiares y amigos –que han muerto en la esperanza de la resurrección– para que Dios les conceda el reposo eterno, roguemos al Señor. 
 
Dios nuestro, que derribas a los poderosos del trono y a los humildes los colmas de bienes, atiende el clamor de los pobres y oprimidos –que se eleva a ti desde todas las regiones del mundo– rompe el yugo de la violencia y del egoísmo, y haz que seamos signos de una humanidad nueva reunida y unificada en el amor.    Por Jesucristo, nuestro Señor. 
 
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Que esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. 
 
 
PREFACIO
 
La creación alaba al Señor
 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque creaste el universo con todo cuanto contiene; determinaste el ciclo de las estaciones; pero formaste al hombre a tu imagen y semejanza y lo hiciste dueño de un mundo portentoso, para que en tu nombre dominara la creación entera y, al contemplar la grandeza de tus obras, en todo momento te alabara, por Cristo, Señor nuestro. A quien cantan los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo...
 
 
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr.  Sal 77, 29-30
 
El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 
 

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