Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones". Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.
Reflexión
El pasaje nos desafía a examinar qué estamos permitiendo que ocupe el
lugar central en nuestros propios "templos" (nuestros corazones,
nuestras comunidades, nuestras iglesias). ¿Es un lugar de oración y encuentro
con Dios, o se ha convertido, de alguna manera, en un centro de intereses
personales, egoísmo o preocupaciones materiales que opacan lo espiritual?

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