Cuando se diluyen los vínculos entre las
personas aparece la insensibilidad. Los israelitas del tiempo de Amós vivían en
una sociedad tan polarizada como la nuestra. Quienes disponían de mucha riqueza
veían como extraños a los que carecían de esa. En palabras de los estudiosos de
nuestra sociedad, somos un país dual, donde coexisten dos mundos que no se
tocan. De un lado un estrecho sector que maneja una enorme cantidad de
riquezas, del otro, una enorme cantidad de ciudadanos, que parecen no serlo,
porque están desprovistos de oportunidades. El relato evangélico (Lc 16, 19-31)
señala la importancia de realizar
cambios sociales en el momento oportuno. Una sociedad con inclusión y menos
polarización es más habitable que una sociedad de tantos contrastes. Desde la
óptica de la fe, los cristianos que disponemos de mejores oportunidades,
tenemos la responsabilidad de traducir nuestra conciencia de fraternidad,
apoyando iniciativas que promuevan la mejoría en las condiciones de vida de los
menos favorecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario