domingo, 26 de junio de 2011

La gloria de la Trinidad en la vida de la Iglesia

La Iglesia, en su peregrinación hacia la comunión plena de amor con Dios se presenta como un «pueblo congregado por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

La Iglesia es ante todo «una». Los bautizados, de hecho, están unidos misericordiosamente con Cristo y constituidos como su Cuerpo místico en la fuerza del Espíritu Santo.

La Iglesia también es «santa». En el lenguaje bíblico, «santo» se refiere a la consagración realizada por Dios a través de la elección y de la gracia ofrecida a su pueblo. «Al unirnos en mutua caridad y en la misma alabanza de la Trinidad, correspondemos a la íntima vocación de la Iglesia y participamos con gusto anticipado de la liturgia de la gloria perfecta del cielo» («Lumen Gentium» 51).

La Iglesia es «católica», enviada por el anuncio de Cristo al mundo entero. La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre.

La Iglesia, por último, es «apostólica». Según el mandato de Cristo, los apóstoles tienen que ir y a enseñar a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo aquello que él ha ordenado (cf. Mateo, 28, 19-20).

La Iglesia una, santa, católica y apostólica es pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Todos estamos llamados a vivirla de manera cada vez más profunda, y con una comunión cada vez más viva.

«Levántate, tú que antes estabas tumbado durmiendo... 
Levántate y ven corriendo a la Iglesia
aquí está el Padre, aquí está el Hijo, aquí está el Espíritu Santo»
San Ambrosio                                                                    

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