Como personas libres se nos invita a que demos una respuesta a Dios. Él nos amó tanto que nos envió a su querido hijo. Él vino a salvar y no a condenar. Con nuestras obras y allí donde vivimos y trabajamos vamos dando a Cristo nuestra respuesta positiva o negativa. Podemos escoger la luz y sus obras o preferir las de las tinieblas.
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