lunes, 27 de junio de 2011

La ley y la tradición.

Buena es la ley como pedagoga, pero cuando se obsolutiza y se aplica sin “contemplaciones”, puede esclavizar y matar. Leyes y normas no tienen un valor absoluto.
En tiempos de Jesús los celadores de la Ley eclipsaron el rostro de Dios -en nombre de la religión y de la Ley-, y con la Ley en la mano oprimían a la gente. Jesús, el hombre libre, lo denunció abiertamente. Él vino para mostrarnos el verdadero rostro de Dios y para liberar al ser humano de toda esclavitud.
Un corazón sano es condición básica para vivir religiosamente, para ser libres y liberadores.

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