LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Domingo 3 de enero 2016
ACUDIRÁN LOS PUEBLOS A TU LUZ
La mirada esperanzada del profeta Isaías no se conforma con
pequeñeces. La serie de fracasos y desgracias que habían afligido a los
israelitas parecía interminable. Abusos, vejaciones contra niños y mujeres,
saqueos y destrucción siempre de parte de verdugos impunes. Dios no se queda
impasible ante la brutalidad de los Herodes del siglo primero ni ante los
delincuentes que ahora nos afligen. El cambio llegará, la luz vencerá a las
tinieblas. La esperanza tiene rostro en el hijo de María. Su palabra y su
mensaje es el mejor regalo que Dios nos sigue ofreciendo. Los tesoros que
perseguimos con tanto afán se apolillan. La fuerza vivificante del amor de Dios
se hace carne en el hijo de José y María. Esa luz sigue manifestándose
discretamente en la historia humana.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Mal 3, 1; 1 Crón 19, 12
Miren que ya viene el Señor todopoderoso; en su mano están
el reino y la potestad y el imperio.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama
el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a
las naciones, guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por
la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
La gloria del Señor alborea sobre ti.
Del libro del profeta Isaías: 60, 1-6
Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y
espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en
ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes al
resplandor de tu aurora.
Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen
a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces
verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará y se ensanchará cuando
se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los
pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de
Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y
proclamando las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 71, 2. 7-8. 10-11. 12-13
R/. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es
hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu
pueblo justamente. R/.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras
era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
R/.
Los reyes de Occidente y de las islas le ofrecerán sus dones.
Ante Él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. R/.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra
sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
R/.
SEGUNDA LECTURA
También los paganos participan de la misma herencia que
nosotros.
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 3, 2-3. 5-6
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de
Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a
conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros
tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles
y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos
de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma
promesa en Jesucristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 2, 2
R/. Aleluya, aleluya.
Hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a
adorar al Señor. R/.
EVANGELIO
Hemos venido de Oriente para adorar al rey de los judíos.
Del santo Evangelio según san Mateo: 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes.
Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde
está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y
hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda
Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del
pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
"En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén,
tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres
de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo,
Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le
precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a
Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño
y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella
que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de
donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa
alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y
postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos:
oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a
Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Palabra del Señor. Gloria a
ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo
y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios
de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros,
los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Presentemos, hermanos, nuestras oraciones al Señor en este
día santo en que Dios ha manifestado su poder a las naciones, la salvación a
los pueblos y a nosotros la luz radiante de su gloria:
R/. Te lo pedimos, Señor
Por la santa Iglesia de Dios, para que ilumine a los hombres
con la luz que resplandece en el rostro de Cristo, disipe las tinieblas de los
que viven en el error y dé ánimo a los fieles, para que, con valentía hagan
brillar la luz del Evangelio ante todas las naciones, roguemos al Señor. R/.
Por las Iglesias que acaban de nacer en los diversos
pueblos, para que su juventud y vigor sean levadura de vida para todas las
comunidades cristianas, roguemos al Señor. R/.
Por los pueblos que aún no han sido iluminados por el
Evangelio y por aquellos que, habiendo conocido a Cristo, han abandonado el
camino de la verdad, para que confiesen a Cristo como Señor y lo adoren como
Dios verdadero, roguemos al Señor. R/.
Por nosotros que hemos sido llamados de las tinieblas a la
luz admirable de Cristo, para que nos afiancemos en la fe verdadera y sigamos
con fidelidad las enseñanzas de Evangelio, roguemos al Señor. R/.
Escucha nuestras oraciones, Dios todopoderoso y eterno, y
haz que los que hemos conocido y adorado a tu Hijo, Rey y Señor de todos los
pueblos, vivamos siempre como hijos de la luz y nos esforcemos para iluminar
con la luz de Cristo a todos los pueblos y naciones. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira con bondad, Señor, los dones de tu Iglesia, que no
consisten ya en oro, incienso y mirra, sino en lo que por esos dones se
representa, se inmola y se recibe como alimento, Jesucristo, Señor nuestro. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
Cristo, Luz de las Naciones
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de
salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno. Porque hoy has revelado en Cristo, el misterio de
nuestra salvación, para iluminar con su luz a todos los pueblos; ya que, al
manifestarse tu Hijo en nuestra carne mortal, nos has restaurado con la gloria
de su inmortalidad. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Mt 2, 2)
Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos con regalos
a adorar al Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que tu luz celestial siempre y en todas
partes vaya guiándonos, para que contemplemos con ojos puros y recibamos con
amor sincero el misterio del que quisiste hacernos partícipes. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Por más que las sombras
parezcan cada vez más densas y las malas noticias nos abrumen, no conviene
perder de vista las pequeñas y grandes señales luminosas que Dios nos sigue
entregando. Jesús se manifiesta en la historia de familias hospitalarias que
acogen a hombres y mujeres de buena voluntad que llaman a su puerta. La
epifanía no es leyenda, ni relato de ficción; tampoco es un suceso añejo
encapsulado en la pequeña aldea llamada Belén. El Verbo de Dios se ha metido en
la historia humana para vivificarla y dinamizarla. Donde dos o más viven alguna
experiencia del amor y la gratuidad divina, continúa vivo el misterio de la
Epifanía. El Espíritu de Jesús alienta procesos de transformación personal que
no documentan reporteros ni redes sociales, pero que van deletreando
gustosamente los hombres y mujeres abiertos al misterio de Dios.
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