DOMINGO XXVIII DEL
TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
Domingo 15 de
octubre 2017
UN BANQUETE DE
PUERTAS ABIERTAS
Pocos pasajes tan
esperanzadores como el capítulo 25 de Isaías. Nadie quedará excluido de la
fiesta de la victoria. Dios se conmueve profundamente ante el dolor y el llanto
que lastima a sus criaturas. El mal con todo su abanico de desgracias no
volverá a lastimarnos. Dios nos hará participar de su vida plena. En esa
plenitud no habrá lugar para discriminación ni exclusión alguna. El banquete es
para todos los pueblos, más allá de sus prácticas y creencias, Dios está
decidido a acogerlos a todos. En esta perspectiva hemos de entender la parábola
evangélica. La generosidad de Dios no puede ser desairada. Dios se ha decidido
a ser padre de todos sus hijos, sin ponerles condiciones. El colofón de la parábola
con el detalle del traje de fiesta refleja la postura de la gente mezquina e
inconforme con un Dios manirroto que hace participar a todos de la plenitud de
su vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Cfr. Sal 129, 3-4
Si conservaras el
recuerdo de nuestras faltas, Señor, ¿quién podría resistir? Pero tú, Dios de
Israel, eres Dios de perdón.
GLORIA
Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo.
Señor Dios, Cordero
de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que
estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú
eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor,
que tu gracia continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que estemos
siempre dispuestos a obrar el bien. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA
PALABRA
PRIMERA LECTURA
El Señor preparará
un banquete y enjugará las lágrimas de todos los rostros.
Del libro del
profeta Isaías: 25, 6-10
En aquel día, el
Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos
para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares
sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos
los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte
para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y
borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se
dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara.
Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor
reposará en este monte".
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 22, 1-3a.
3b-4.5, 6.
R/. Habitaré en la
casa del Señor toda la vida.
El Señor es mi
pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes
tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel
a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan
seguridad. R/.
Tú mismo me preparas
la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas
mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu
misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del
Señor por años sin término. R/.
SEGUNDA LECTURA
Todo lo puedo unido
a aquel que me da fuerza.
De la carta del
apóstol san Pablo a los filipenses: 4, 12 14. 19-20
Hermanos: Yo sé lo
que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado
a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que
a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza.
Sin embargo, han
hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades. Mi Dios, por su
parte, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas las necesidades
de ustedes, por medio de Cristo Jesús. Gloria a Dios, nuestro Padre, por los
siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL
EVANGELIO Cfr. Ef 1, 17-18
R/. Aleluya,
aleluya.
Que el Padre de
nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender
cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.
EVANGELIO
Conviden al banquete
de bodas a todos los que encuentren.
Del santo Evangelio
según san Mateo: 22, 1-14
En aquel tiempo,
volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que
preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a
los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a
otros criados que les dijeran: 'Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis
terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'. Pero
los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los
demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se
llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y
prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus
criados: 'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron
dignos.
Salgan, pues, a los
cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que
encuentren'. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que
encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró
a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con
traje de fiesta y le preguntó: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de
fiesta?'. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
'Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto
y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los
escogidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO
NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo
Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible
y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido
del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso
que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección
de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Llenos de confianza
en el Señor, oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas sus
necesidades y digamos confiadamente: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos,
Señor.)
Para que Dios
conceda el espíritu de paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por
su nombre y los ayude a ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio,
roguemos al Señor.
Para que Dios
conceda prudencia a los gobernantes y honradez a todos los súbditos, a fin de
que se mantengan la armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor.
Para que el Señor,
el único que puede hacer prosperar el trabajo del hombre, bendiga los esfuerzos
de los trabajadores y haga que la tierra dé frutos abundantes para todos,
roguemos al Señor.
Para que Dios no permita
que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos
sintamos como arrancados de este mundo, sino que, confiados y con una gran paz,
lleguemos a la vida feliz y eterna, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que
invitas a todos los hombres al banquete de tu Hijo, escucha nuestras súplicas y
concédenos la sabiduría de tu Espíritu, para que sepamos discernir y anunciar
la esperanza a la que estamos llamados y la gloria que nos tienes reservada en
la mesa del reino de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Recibe, Señor, las
súplicas de tus fieles junto con estas ofrendas que te presentamos, para que,
lo que celebramos con devoción, nos lleve a alcanzar la gloria del cielo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Nuestra Humanidad
salvada por la humanidad de Cristo
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios poderoso y eterno. Porque reconocemos como la obra de
tu poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la
fuerza de tu divinidad, sino también el haber previsto el remedio de nuestra
misma naturaleza mortal, y así con lo que fue la causa de nuestra ruina, con
eso mismo nos diste la salvación, por Cristo, Señor nuestro. Por Él, los
ángeles cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando
humildemente tu alabanza
Santo, Santo, Santo
es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene
en nombre del Señor
Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA
COMUNIÓN Cfr. Sal 33, 11
Los ricos se
empobrecen y pasan hambre; los que buscan al Señor, no carecen de nada.
ORACIÓN DESPUÉS DE
LA COMUNIÓN
Señor, suplicamos a
tu majestad que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y de la
Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de la naturaleza divina. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA
NUESTRO TIEMPO.- Estas parábolas de la misericordia no son cuentos de hadas,
tampoco las podemos desechar como producto de la ingenuidad. Dios es el primero
de todos los realistas. Nos conoce mejor de lo que nosotros conocemos a
nuestros hijos. Sabe de nuestra fragilidad y miseria y ya ni siquiera le
extraña. Nosotros, los padres de familia, estamos tan afectados por las
limitaciones humanas que nos desesperamos ante los conflictos y riñas de
nuestros hijos y terminamos abollando nuestra credibilidad. Dios en cambio no
se involucra, no cae en nuestras provocaciones, sino que se complace en
perdonarnos porque sabe de nuestra fragilidad. Esta confianza plena en la
misericordia de Dios no es en manera alguna un aliciente para abusar de su
magnanimidad, sino una invitación a no perder la esperanza en nuestra
reconciliación final.
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