UNA REFLEXIÓN PARA
NUESTRO TIEMPO.- En tiempos revueltos como los nuestros, donde los intereses
económicos se acrecientan y se desbocan las furias tribales de todos cuantos se
sienten superiores a cualquier minoría, conviene recordar estas palabras de
Jesús. No es posible confesarse discípulo de Jesús y a la vez, atrincherarse en
la defensa del propio bienestar a costa de la negación del bienestar general.
Quien proclame su fe en Cristo tiene un referente y una misión que cumplir:
reconocerlo en el rostro de los desempleados, los emigrantes y en cualquier
colectivo que viva en situación de vulnerabilidad. En esta hora confusa se
acrecienta la tentación de disociar las convicciones creyentes de tantas
urgencias sociales que se multiplican en esta sociedad inequitativa que está
produciendo la globalización, con su idolatría del lucro y la ganancia. Servir
a Jesús implica ocuparnos de quienes atraviesan condiciones adversarias y
precarias.
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