UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- A toda acción
corresponde una reacción. Quienes confesamos a Dios como Padre y Señor de la
historia, sabemos reconocer que, a través de las obras de la creación o por
medio de la intervención de personas sabias y sensatas, Dios ha estado
pendiente de nosotros. Tanto los profetas de Israel en el pasado, como
numerosos hombres y mujeres creyentes en el presente, han sido un llamado
afectuoso y exigente de parte de Dios hacia nosotros. No podemos alegar
desconocimiento de parte nuestra ni desinterés de parte del Señor. Hemos sido
tratados como la niña de sus ojos. La rendición de cuentas no es aplicable
solamente a los funcionarios públicos. Quienes hemos recibido bendiciones,
enseñanzas y numerosas manifestaciones patentes del amor de Dios, estamos
obligados a dar los frutos que corresponden. A quien mucho se le dio, se le
pedirá mucho. Los discípulos de Jesús tenemos una misión que cumplir a partir
de nuestro bautismo.
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