UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO
En estos años en que los desajustes de la globalización y el sistema
económico centrado en la ganancia, multiplican el número de los excluidos no
podemos tomar vacaciones. Los cristianos no podemos fingir demencia ni
"pasar de largo" como el sacerdote y el levita de la parábola. Quien
haya comprendido la esencia de la espiritualidad cristiana, aprenderá a
desarrollar una sensibilidad compasiva hacia los necesitados. Quien haya
conocido la verdad sobre Jesús no se fastidiará al encontrarse con migrantes en
los cruceros ni con desempleados que nos solicitan un apoyo solidario. En el
corto plazo habrá que multiplicar en cada comunidad eclesial los centros de
acogida que ofrezcan cobijo y alimento a los necesitados. En el mediano plazo,
será necesario participar activamente como ciudadanos para exigir y construir
políticas públicas que aseguren mínimos de bienestar y de oportunidades de
trabajo digno para todos.
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