Santa
Cecilia
Inés,
Cecilia, Anastasia, son nombres de mujeres que fueron martirizadas en los primeros
siglos del cristianismo y que por su antigüedad quedaron registradas en la
plegaria eucarística número uno o Canon Romano que en la Misa usan los sacerdotes
para la consagración de las especies de pan y vino para dar a los fieles el
Cuerpo y Sangre del Señor Jesús en la comunión eucarística.
El
sacrificio de Cecilia se podría datar entre los años 180 y 230 de la era cristiana.
El gobierno
romano ordenó su ejecución encerrándola en el baño de su casa y encendiendo mucho
fuego en torno pero no murió de asfixia; entonces se le ordenó a un verdugo que
entrara a cortarle la cabeza. Éste descargó tres veces el filoso instrumento (hacha
o espada) pero sin poder cortarle la cabeza huyó despavorido dejándola agonizante.
Se ha dicho
que Cecilia era amante de la música y que tal vez ejecutara algún instrumento de
su época; se ha convertido en tradicional también el relato de que mientras pretendían
asfixiarla en su baño, ella exaltaba a Dios con salmos y cánticos. De ahí su
patrocinio en la música; el 22 de noviembre no sólo las comunidades cristianas sino
también las de los músicos, recuerdan la alegría y la música que alegraron el alma
de santa Cecilia.
Los tres
primeros siglos del cristianismo bañaron en sangre a la Iglesia, añadiendo a la
tortura, la pena de separar a los seres queridos y a los hermanos cristianos
que partían hacia la muerte violenta que les esperaba en el martirio, pero es
de todos conocido cómo muchos de ellos se marcharon de este mundo entre himnos
y alabanzas a nuestro Dios. La alegría cristiana es fortaleza ante las
penalidades de esta vida y el alma que alaba a Dios se prepara a la visión beatifica,
culmen de una vida cerca de Dios.
La santa de
hoy: El culto de santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una
basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su
martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfecto de la mujer cristiana,
que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo.
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