DOMINGO
I DE ADVIENTO Ciclo B
Domingo
3 de diciembre 2017
SEÑOR,
TÚ ERES NUESTRO PADRE
En
estos capítulos de Isaías el pueblo confiesa su pecado y reconoce su culpa.
Sabe que la situación de desgracia que atraviesan es del todo merecida. Con
toda humildad reconocen que necesitan a Dios; ya no quieren la mediación de
Abrahán ni de Moisés. Le suplican que libere su ternura y su compasión y los
libre dela situación de extravío total en que viven en medio de las naciones:
"estamos como antaño, cuando no nos gobernabas". El pueblo está
dispuesto a reorientar profundamente su relación con Dios. Así lo expresan por
medio de imágenes plásticas: "nosotros somos la arcilla y tú el
alfarero". En otra perspectiva, el Evangelio de San Marcos exhorta a los
lectores a mantenerse vigilantes y activos, dado que una sola cosa es cierta:
la manifestación gloriosa de Jesús será algo sorpresivo.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3
Mi,
Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confió no quede yo defraudado, que no
triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados.
No
se dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Concede
a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que
viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados
un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Ojalá,
Señor, rasgaras los cielos y bajaras,
Del
libro del profeta Isaías: 63, 16-17. 19; 64, 2-7
Tú,
Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor; ése es tu nombre desde siempre.
¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos y dejas
endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por amor a
tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos y
bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste
y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se oyó decir, ni nadie
vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas en favor de los que
esperan en él. Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia y
no pierde de vista tus mandamientos.
Estabas
airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes. Todos éramos
impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso; todos estábamos marchitos,
como las hojas, y nuestras culpas nos arrebataban, como el viento.
Nadie
invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en ti, porque nos
ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas. Sin embargo,
Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero; todos
somos hechura de tus manos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 79, 2ac y 3b.
R/.
Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Escúchanos,
pastor de Israel; tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta
tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor,
Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la
cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R/.
Que
tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos
alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.
SEGUNDA
LECTURA
Esperamos
la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
De
la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1, 3-9
Hermanos:
Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo
Jesús, el Señor.
Continuamente
agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio
de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que
se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de
Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don,
ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él
los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su
advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y
Dios es fiel. Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R/.
Aleluya, aleluya.
Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.
EVANGELIO
Velen
pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa.
Del
santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados,
porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de
viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al
portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora
va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto
del gallo o a la madrugada.
No
vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a
ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta".
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DE FE
CREDO
NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo
en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de
Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos,
hermanos, al Señor y pidámosle confiadamente que despierte su poder y venga a
salvarnos. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (A/. Veo Señor Jesús.)
Para
que los fieles despierten del sueño de sus indolencias y reciban con alegría la
salvación que se acerca, roguemos al Señor.
Para
que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación se transformen
en instrumento de progreso y bienestar para todos los hombres, roguemos al
Señor.
Para
que el Señor, con su venida, alivie los dolores de los enfermos, dé paz y
alegría a los que sufren en su espíritu y libre al mundo de sus males, roguemos
al Señor.
Para
que nosotros mismos vivamos siempre alerta sin que las preocupaciones de la
vida nos impidan mantenernos en pie cuando llegue el Hijo del hombre, roguemos
al Señor.
Señor
Dios, Padre y Redentor nuestro, que nunca olvidas la obra de tus manos, escucha
las plegarias de tu pueblo y no permitas que nos desviemos de tu camino, sino
que, como siervos responsables, vivamos siempre en vela, aguardando el día de
la venida de tu Hijo Jesucristo. El, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos bienes que nos has
dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para aumento de nuestra
fe, se convierta para nosotros en prenda de tu redención eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio
de Adviento I
Las
dos venidas de Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,
nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera en la humildad de nuestra
carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino
de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria,
revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que
ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por eso, con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de su
gloria:
Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13
El
Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su fruto.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos participado,
mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas pasajeras, nos
inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner nuestro
corazón en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede
utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, p. 591 (598).
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
En
la confesión pública que leemos en el libro de Isaías encontramos algo que
podría ser oportuno en esta circunstancia novedosa que vivimos como país. No
tiene sentido victimizarnos y trasladar la responsabilidad de nuestros males a
lo que hagan o dejen de hacer, los gobernantes de las naciones vecinas. En gran
medida estos momentos de crisis y reajustes, solamente exhiben nuestra apatía
como sociedad, la degradación de nuestras instituciones, la flaqueza de nuestra
espiritualidad cristiana. Como Israel estamos necesitados de la compasión
divina. Pero también estamos urgidos de asumir nuestras propias
responsabilidades. Somos una sociedad apática y escasamente comprometida con
nuestros problemas y desafíos. La mejor manera de mantenernos vigilantes ante
la imprevista llegada del Señor Jesús es ocupándonos de nuestros deberes
cívicos y de nuestros compromisos como bautizados, tanto en el plano personal
como en el ámbito familiar. La mejoría de nuestro país es un desafío que
implica el cambio personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario