DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B
Domingo 17 de junio 2018
La profecía de Ezequiel y las parábolas del Evangelio tienen en común
la referencia a las imágenes del-mundo de las plantas y los árboles. Esquejes
de cedro vástagos, semillas de mostaza que van creciendo lentamente, pero que
finalmente se convierten en nidos acogedores para las aves silvestres. De ambas
figuras extraemos un par de rasgos; en primer lugar, el reinado de Dios
comienza con unos modestos orígenes, al punto que resultan casi imperceptibles:
"nadie sabe cómo va creciendo la semilla". La fuerza y el dinamismo
del amor de Dios en el corazón humano no causan estridencia. Es una corriente
profunda que se mueve con suma quietud. En segundo lugar, la colaboración de
cada persona es importante, de ahí que la libertad de decir sí o no es
decisiva. Sin embargo, no podemos explicar cómo se conjuntan el plan de Dios
con los anhelos de la persona. Estamos en el terreno del misterio. La esperanza
nos hace creer que es una fuerza eficaz y transformadora.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26. 7 9
Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda no me rechaces, ni
me abandones, Dios, salvador mío.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude bondadoso, a
nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos
siempre la ayuda de tu gracia, para que, en cumplimiento de tu voluntad, te
agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Elevaré los árboles pequeños.
Del libro del profeta Ezequiel: 17, 22-24
Esto dice el Señor Dios: "Yo tomaré un renuevo de la copa de un
gran cedro, de su más alta rama cortaré un retoño. Lo plantaré en la cima de un
monte excelso y sublime. Lo plantaré en la montaña más alta de Israel. Echará
ramas, dará fruto y se convertirá en un cedro magnifico. En él anidarán toda
clase de pájaros y descansarán al abrigo de sus ramas.
Así, todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo los
árboles altos y elevo los árboles pequeños; que seco los árboles lozanos y hago
florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 91, 2-3.13-14. 15-16
R/. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo, y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana y tu fidelidad, todas las noches! R/.
Los justos crecerán como las palmas, como los cedros en los altos
montes; plantados en la casa del Señor, en medio de sus atrios darán flores.
R/.
Seguirán dando fruto en su vejez, frondosos y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector, ni maldad ni injusticia se conocen.
R/.
SEGUNDA LECTURA
En el destierro o en la patria, nos esforzamos por agradar al Señor:
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 6-10
Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras
vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados
por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos
salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque
todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el
premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel
que lo encuentra vivirá para siempre. R/.
EVANGELIO
El hombre siembra su campo sin que él sepa cómo, la semilla germina y
crece.
Del santo Evangelio según san Marcos: 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se
parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que
pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y
crece; y la tierra, por si sola, va produciendo el fruto: primero los tallos,
luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están
maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de
la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con
qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que,
cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada,
crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que
los pájaros pueden anidar a su sombra".
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su
mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en
parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESOIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor que conoce lo que está escondido a nuestros
ojos y sabe cuáles son las verdaderas necesidades de los hombres, diciendo: Señor
Jesús, escúchanos. (R/. Señor Jesús, escúchanos.)
Oremos por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro Señor, aumente el
número de sus fieles, aleje de ella toda división y escuche las plegarias que
le dirigen todos los cristianos del mundo, roguemos al Señor.
Oremos también a nuestro Señor por los gobernantes de nuestra patria y
de todos los pueblos, para que Dios les dé sabiduría y fuerza para gobernar y
dirigir con paz y justicia el pueblo que tienen encomendado, roguemos al Señor.
Oremos también por los que están lejos de su hogar, para que nuestro
Señor les conceda un viaje feliz, retornar con salud a sus familias y la
realización plena de los proyectos de su viaje, roguemos al Señor.
Oremos también a nuestro Señor por los que hoy nos hemos reunido aquí
en su nombre y por el párroco (pastor) que nos preside, para que nuestro Señor
escuche nuestras oraciones y nuestras peticiones le sean siembre agradables,
roguemos al Señor.
Dios nuestro, que siembras a manos llenas en nuestros corazones la semilla
de la verdad y de la gracia, escucha nuestras oraciones, concédenos acoger, con
humilde esperanza, y cultivar, con paciencia evangélica, el grano que tú has
sembrado en nosotros, convencidos de que, cuanto más profundamente arraigue tu
palabra en nuestras vidas, más amor y más justicia habrá en el mundo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al género humano
el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor,
que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio III para los domingos del Tiempo ordinario
Alabanza a Dios por la creación y la redención del hombre
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano y
también el autor bondadoso de la nueva creación. Por eso, con razón te sirven
todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos y unánimes te
bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles,
cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 26, 4
Una sola cosa he pedido y es lo único que busco, habitar en la casa del
Señor todos los días de mi vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como
significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en
tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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