UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
La profecía de Isaías
presenta a una figura misteriosa que comparte el sentido último de su
existencia. El personaje anónimo se identifica a sí mismo como Siervo de Dios.
El servicio que realizará no estará definido por el uso de la fuerza militar ni
por el despliegue del poder político. Sera una vocación marcada por el uso
constante de la palabra. Las habilidades del profeta tienen que ver con el
lenguaje. Hablar y profetizar no es un asunto menor. Es necesario honrar con la
congruencia lo que se anuncia y denuncia. No basta con subir, compartir y
propagar "memes" y noticias basuras sobre la desprestigiada clase
política para ser un ciudadano responsable o un profeta creyente y
contemplativo. La capacidad de analizar críticamente la información, de
proponer alternativas, de mirar con esperanza y sobre todo, de participar,
metiendo el hombro a los problemas es más importante y decisivo que propagar
información intrascendente en las redes. La calidad profética de Juan Bautista
será siempre un referente para los ciudadanos cristianos.
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