UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Cuando se dispone de un
mínimo de bienestar seguro, resulta muy difícil comprender la desesperanza de
los "sin techo", de los emigrantes y los desplazados. Los relatos
bíblicos que escuchamos este domingo (Ex 16, 2-4.12-15; Ef 4, 17. 20-24; Jn 6,
24-35) son una llamada de atención para que no terminemos atrapados por la
globalización de la indiferencia o peor aún, infectados por ínfulas
supremacistas visibles en tantos países prósperos o enmascarada en conductas
racistas y discriminatorias en nuestro país. El Señor se compadece del hambre y
la sed de los israelitas porque es misericordioso. Cuando existe la convicción
solidaria suficiente encontramos formas y ocasiones de traducirla en
iniciativas generosas. La caridad, la justicia social, el empleo bien remunerado,
las políticas públicas equitativas serán distintas expresiones que podremos
implementar para responder al llamado que Dios nos hace a reconocerlo en la
persona de los necesitados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario