UNA REFLEXIÓN PARA
NUESTRO TIEMPO
Desde que comenzó esta cultura de la infantilización del
género humano, terminamos creyendo que la felicidad se conseguiría en los
anaqueles. Los aparadores de las tiendas departamentales nos robaron el
corazón; el dinero plástico se nos repartió de manera engañosa, haciéndonos
creer en un dogma tan superficial como falso. "Tú eres lo que compras".
Cuando el ritmo de la vida obedece a las tendencias de moda, a los dictados de
la mercadotecnia, nuestro horizonte personal termina achaparrándose. No
solamente vamos perdiendo nuestro dinero, ocurre algo peor, vamos perdiendo lo
más valioso: la vida. El mensaje de Jesús resulta convincente, no es una
proclama demagógica Jesús vivió de manera discreta, disfrutó de la comida, la
bebida y el cariño de sus amigos y seguidores. Conoció la bondad de su Padre,
se apartó de la ruta comodina de los herodianos, arriesgó su seguridad,
apartándose de su oficio remunerado y viajó sembrando esperanza por los
poblados de Galilea.
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