El cristiano que pretende ser consecuente con su fe no está
exento de enfrentar ataques y descalificaciones. Si defiende la vida desde la
concepción, le tildan de conservador. Si acoge a los migrantes sin distingos,
aunque sea el mismo papa Francisco quien lo haga, es tildado de
inmigracioncista, como le sucedió a S. S. Francisco por parte de algunos
obispos africanos a inicios del presente año. En estos tiempos tan confusos, donde
los hechos parecen perder vigencia ante los dichos, estamos expuestos a la
llamada "post-verdad", entendida ésta como una dependencia acrítica
de las propias creencias y emociones en detrimento de la objetividad. El
intercambio de descalificaciones es más doloroso cuando proviene de otros
hermanos en la fe. Es el llamado "fuego amigo". En esta hora de
crisis, estamos urgidos de la sabiduría del Evangelio para no dejarnos
confundir por propuestas mentirosas.
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