sábado, 10 de noviembre de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20181111




Quien haya visitado familias o personas en zonas rurales podrá tener presente la disponibilidad que dichas familias muestran para acoger a jóvenes que realizan experiencias misioneras. Abren literalmente su casa a desconocidos, ofrecen su mesa y su vivienda, privándose durante una o dos semanas de las relativas comodidades de que disponen. La buena voluntad y la hospitalidad los caracterizan. Todavía no han sido deformados por la desconfianza o la indiferencia que aflige a nuestras grandes ciudades. Los gestos de las viudas que aparecen en estos pasajes no son producto de la imaginación del escritor. Esas mujeres hospitalarias y desprendidas siguen vivas no solamente en las páginas bíblicas, sino en diversos sitios de nuestras comunidades. La viuda del Evangelio encarna la confianza radical en el amor providente de Dios. Son un llamado de atención a nuestra creciente sed de acumulación.

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