viernes, 12 de abril de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190414

La celebración del Domingo de Ramos nos ofrece la oportunidad de contemplar el camino obediente que recorrió el Señor Jesús. Vivió una espiritualidad del peregrino, que discierne la voluntad del Padre y se decide a cumplirla, aún a costa de los riesgos, incomprensiones y maltratos. La decisión de subir a Jerusalén era el último intento de sacudir la conciencia adormecida de Israel. Jesús había advertido la tragedia que se cernía sobre la ciudad y quería invitarlos a luchar y trabajar por la paz de Dios. Los adversarios de la paz no se dejaron conmover y terminaron por condenarlo. En la historia de la Iglesia que peregrina en nuestro continente podemos descubrir las señales de la presencia viva de Jesucristo, que sigue llamando a la paz por boca de catequistas, obispos y profetas que han sellado con su martirio, su completa fidelidad al Señor de la vida. La reciente canonización de Monseñor Arnulfo Romero así lo confirma.

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