En tiempos donde se propagan formas de fanatismo político y religioso
de diversa índole conviene acentuar que, la relación genuina del creyente con
Jesucristo no impide vivir la fe en consonancia con el llamado pensamiento
crítico. Nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesús, lo mismo que la
exigencia de vivir relaciones marcadas por la caridad, la justicia y el amor a
los necesitados, no nos otorgan ningún aval de superioridad moral sobre los
demás, ni nos exentan de traspasar las fronteras de la dignidad humana en
ninguna circunstancia. Un verdadero discípulo de Jesús sabe discernir con fe
inteligente los llamados que el Señor Jesús le va planteando a lo largo de su
existencia. El símil del discípulo con las ovejas no debe entenderse como una
espiritualidad favorable a la docilidad sin crítica, ni a la manipulación.
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